Miedo al lodo en el Supremo

20 06 2009

Caso de los Cinco

 Por Yoerky Sánchez Cuéllar (Periódico Vanguardia) 

Logo de los CincoFrente a un terreno cubierto de lodo, para impedir que los zapatos queden hundidos en él, la decisión más fácil es evitar pasarlo. Así pensó el Gobierno de los Estados Unidos cuando le pidió al Tribunal Supremo que no revisara el caso de los Cinco. Demasiado fango caería sobre el imperio si los jueces tomaban la decisión de analizar las violaciones cometidas contra nuestros héroes, a pesar del reclamo universal para que las valoraran.

El escalón más alto de la «justicia» norteamericana se vería en la obligación de ir en contra de la voluntad expresa del Gobierno. Pero allí tal actitud constituye un pecado capital. Por eso, sin más explicaciones, la máxima Corte negó considerar los argumentos a favor de los antiterroristas cubanos presos desde 1998. En ese año Cuba proporcionó vastísima información a las autoridades estadounidenses sobre actividades subversivas planificadas por grupúsculos en Miami contra la Isla.

                                              Los Cinco

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) en vez de capturar a los responsables de esas acciones violentas, persiguió a quienes habían enviado los datos a nuestro país. De esa forma encarcelaron a Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René. No bastaron las solicitudes de diez Premios Nobel, de diversas asociaciones de abogados, intelectuales, políticos y académicos para que el Tribunal examinara el caso. Tampoco las voces de quienes reclamaron su libertad en todos los continentes, con marchas, manifestaciones y actos públicos. El poder de la maquinaria diabólica del imperio tuvo más peso, y el equilibrio del que tanto se habla en el mundo del Derecho quedó, finalmente, roto. Los documentos de Amigos de la Corte instaban al Supremo a revisar la «justeza» de que los Cinco Cubanos fueran condenados por un jurado del sur de la Florida. El abogado Michael Ratner, quien representó a los Nobel en la entrega del documento, explicaba: «Nuestros clientes, diez ganadores del Premio Nobel, aclamados por su esfuerzo para hacer progresar los derechos humanos, creen que el juicio fue también una vergüenza internacional. Este fue un juicio que nunca tuvo que hacerse en Miami. No había forma de que un jurado de ese Miami, con esa historia de violencia e intimidación contra el Gobierno cubano, pudiera haber llegado a un veredicto libre de represalias por parte de la comunidad anticastrista».

Aunque se sabía que la Corte tiene en cuenta muy pocos de los casos que le llegan, este contaba con suficientes elementos para llamar su atención. Sin embargo, como bien expresó la declaración de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba «los jueces hicieron lo que les pidió la administración de Obama». ¿Qué hubiera pasado si tomaban la decisión de evaluar el asunto? Primeramente, sería un desafío a los magnates del poder, quienes presentan a nuestros héroes como espías peligrosos que amenazaban la seguridad nacional de los Estados Unidos. En segundo lugar, deberían emitir un fallo que, a partir de todas las pruebas de la Defensa, no podía ser otro que a favor de los Cinco. Ante esa encrucijada, la Corte evadió el camino de la verdad y la justicia, para proteger las piezas del status quo norteamericano. La noticia causó alboroto en la mafia anticubana, que, sin vacilar alabó la indiferencia de los letrados y volvió a calificar de«espías» a nuestros compatriotas. Incluso, el periódico El Nuevo Herald utilizaba tal estigma, como lo ha hecho desde el inicio del proceso. Ahora solo queda sumar a muchos más ciudadanos a la causa. Los grandes medios, que responden a los intereses del poder, apenas hablan del tema. Recientemente, un alcalde español comentaba sobre cómo estrechar las relaciones con Cuba, indagaba por la salud y la educación en la Isla y valoraba positivamente nuestros logros. «¿Conoce usted que desde hace diez años cinco cubanos sufren prisión en los EE.UU por luchar contra el terrorismo?», le pregunté. En su cara reflejó la respuesta. Nada sabía, nada conocía del asunto. Llevar el mensaje de Libertad para los Cinco a cada rincón del planeta constituye una forma de presionar al imperio para liberarlos. En adelante, la batalla será más dura, pero ellos volverán, porque los buenos son los que ganan a la larga, y los malos —más temprano que tarde— quedarán sepultados en su propio lodo.


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